¿Qué es la Esclavitud Mariana?

Nuestra vida debe estar ordenada a nuestro último fin, y no podemos ir al Padre sino por Jesucristo, al que debemos recurrir en cada instante. Todas nuestras devociones deben orientarse a unirnos con Cristo y a transformarnos en Él.

Las personas que desean la unión con Jesucristo han de saber que el Espíritu Santo inspiró a San Luis María Grignion de Montfort un secreto de gran perfección: darse por entero a Jesús por su Santísima Madre, María Inmaculada. Todos los Papas se han hecho eco de esta doctrina, especialmente San Juan Pablo II, quien la recomienda como medio singular para unirse a Cristo.

Se trata de una doctrina fundada en la Sagrada Escritura, en la teología y en la tradición. Juan Pablo II afirmaba que "la devoción perfecta a María resulta indispensable para entregarse sin reservas a Cristo" y que la entrega a María, tal como la presenta Montfort, es el medio más eficaz para participar de la redención.

San Luis María presenta esta devoción como una esclavitud de amor, expresión que puede chocar a los contemporáneos. Sin embargo, según Juan Pablo II, no supone dificultad alguna; al contrario, nos permite explotar al máximo nuestra libertad.

Para hacerse Hijo del hombre, el Verbo de Dios quiso hacerse esclavo de María en su seno hasta el anonadamiento. San Luis María enseña que, en María, el Verbo se reviste de nuestra humanidad y nosotros de su divinidad. Nadie es más hijo y más esclavo que el niño en gestación; así es Cristo en el seno de María y así debe ser el cristiano en el seno espiritual de la Virgen.

La consagración a Jesucristo, sabiduría encarnada, por las manos de María es una renovación de las promesas del santo bautismo. Por nuestra indignidad, recurrimos a María para que nos enseñe a amarle, le ame por nosotros y nos guíe, alimente y proteja como hijos esclavos de amor.

La doctrina invita a vivir por, con, en y para María: apoyarnos en sus virtudes para ir a Jesús, obrar en su compañía, renunciar a todo lo que no es de Dios y permanecer unidos a Ella con mente, corazón y voluntad. Viviremos en su irradiación hasta que nos admita en su Corazón Inmaculado.

San Luis María compara la devoción con un árbol vivo que debe ser cultivado continuamente. El alma en la que se planta este árbol debe dedicarse a mirarlo y contemplarlo sin cesar. Esta contemplación permanente se refleja en la fórmula monfortiana "por, con, en y para María".

Montfort insiste en tres puntos: la renuncia de uno mismo, la consagración total y la unión amorosa. Quien practique fielmente esta devoción hallará en ella riquezas y gracias que le llenarán de júbilo.

Montfort resume su enseñanza en la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen, que considera el camino más fácil, corto, perfecto y seguro para llegar a la unión con Jesucristo.

Los Grupos de Esclavitud Mariana de Amor (GEM) son precursores del Reino de Cristo por María, profetizado por Montfort.